Ilustración científica: Imágenes para aprender

Lunes, 27 de febrero del 2023 / Fuente: Juventud Técnica

Los dibujos de la cueva de las bestias nos permiten conocer cómo era la fauna de la zona en el momento en que fue pintado. (Foto: tomada de pinterest.es)

Desde que la especie humana comenzó a andar por este mundo, pintó sobre las piedras, también como un modo de mostrar a su descendencia las vivencias y el conocimiento adquirido. Esas inscripciones estaban muy relacionadas con rituales religiosos chamánicos y totémicos, pero no dejan de relacionarse con una ilustración empírica.

Es así que los dibujos de animales, como los visibles en las cuevas de Altamira en España, o en la cueva de las bestias en el Sahara de Egipto (en aquel entonces un fértil valle), son representaciones de los animales cazados que, muchas veces, además de un fin ritual, podrían tener una utilidad de aprendizaje y enseñanza.

Otras imágenes que también servirían de representación de conocimientos eran las líneas trazadas en cuevas y petroglifos que representaban las posiciones de estrellas. Estas servían como guías geográficas para ubicarse en el cielo nocturno y poder seguir las migraciones de animales y ubicar los recursos necesarios para la supervivencia de la tribu.

Pero ¿podrían ser consideradas estas como como ilustraciones científicas?

Para el licenciado Alberto Guerra, profesor titular de la Universidad Nacional Autónoma de Mérida, en México, la ilustración científica se define como “una rama especializada dentro de las artes visuales, cuya función es describir la naturaleza a través de las técnicas de dibujo, la pintura, la ilustración y la imagen digital”.

Según el experto mexicano, vendría a ser “la parte visual que facilita el estudio y amplía el conocimiento de ciencias como la biología, la medicina, la geología, la paleontología y arqueología”, para comunicar cuestiones que van desde la morfología, la ecología, la evolución, la taxonomía, entre otras, además de permitir la representación de ideas o de escenarios posibles donde la cámara fotográfica o la vista no pueden llegar.

Sin embargo, el cubano Alejandro Jiménez Pérez, comunicador de la ciencia, cree que la ilustración científica abarca un espectro más amplio en tanto responde al propósito de ilustrar el acto de la comunicación científica. “Habría que considerar a la fotografía, el diseño, incluso, yo diría que, hasta un libro, un programa de radio, un diorama, las piezas de taxidermia, el museo mismo, son formas de ilustrar ciencia; en tanto apoyo visual, o más actualmente, multisensorial, a la comunicación del hecho, problema o descubrimiento científico.”

Desde esa perspectiva, para la historiadora Rosa María González López las representaciones del conocimiento del mundo natural, adquirido de forma empírica por los humanos prehistóricos, pueden ser consideradas como ilustración científica, aunque en ese momento no tuvieran dicha intencionalidad.

En cambio, para Jiménez Pérez, aunque estas imágenes poseen un interés científico en la actualidad, su intencionalidad no estaba vinculada al universo de la ciencia, por lo cual no deberían ser definidas como ilustraciones científicas.

“En mucho sitios he visto que comienzan esta historia desde el arte rupestre, y si bien, la representación de las Pléyades en la caverna de Lascaux, por poner un ejemplo, puede tener hoy día, un interés científico desde el punto de vista antropológico o arqueoastronómico, yo no las colocaría en esta historia, pues en tanto respondían al propósito de ilustrar un fenómeno o realidad observable en la naturaleza, dudo que ese propósito haya estado relacionado con la ciencia o su comunicación y sí probablemente con el dominio de las creencias y la religiosidad. Por la misma razón, sacaría de este recuento las representaciones del mundo de ultratumba en los techos de las tumbas egipcias y otras contribuciones de esa índole”.

La Antigüedad: el punto de partida

Más allá del debate de los orígenes, los académicos establecen un punto en el que se puede considerar que ya existe ilustración científica: los libros científicos de la antigüedad. Esto se vio con especial auge en la Grecia y Roma clásicas, aunque también estuvo presente en los textos médicos y botánicos de China e India y en las ilustraciones astronómicas de los Mayas. Si bien aún en ese momento no se conceptualizaba como tal, sí tenía las características y la intencionalidad científica.

A diferencia de lo que ha hecho creer la historiografía contemporánea, la ciencia y, por lo tanto, la ilustración científica, no desaparecieron durante la Edad Media, más bien se desplazaron de los lugares tradicionales del mundo clásico. En la Europa Occidental cristiana el conocimiento se desplazó a lugares de nicho, los monasterios, donde se desarrolló principalmente la botánica. Por otro lado, en el mundo Islámico se vio un floreciente auge de las ciencias y las artes, sobre todo en ciudades como Córdoba, Sevilla, Bagdad, Damasco y El Cairo. Constantinopla, heredera de la tradición romana y helénica se mantuvo como crisol del conocimiento en el mundo cristiano.

Con el auge del comercio y el intercambio entre distintas regiones, el conocimiento y las ciencias se expandirían por el mundo alcanzando un punto de inflexión con el Renacimiento. El humanismo renacentista ponía al ser humano como centro del universo, por lo que las ciencias y las artes no solo se desarrollaron, sino que experimentaron un proceso de correlación. Artistas como Leonardo Da Vinci fueron también científicos. En los diarios y manuscritos de Da Vinci podemos ver ilustraciones anatómicas, médicas, zoológicas, botánicas, mecánicas, físicas, astronómicas y arquitectónicas.

Leonardo Da Vinci fue uno de los iniciadores de la ilustración científica moderna. (Foto: BBC.com)

“Lo que la pólvora hizo en la guerra, la imprenta lo ha hecho a la mente”. Esta frase del humanista y político abolicionista norteamericano Wendell Phillips, muestra la importancia que tuvieron las dos principales tecnologías de inicio de la época moderna. La imprenta fue el principal catalizador del pensamiento y las ciencias; ahora era más rápido y barato difundir el conocimiento, por lo que los libros de ciencias se hicieron más comunes.

Los siglos XVIII y XIX vieron un auge de los descubrimientos científico, las exploraciones y las publicaciones de libros. Ramas de las ciencias como la geografía, la cartografía, la física, la química, la botánica, la zoología y la antropología mostraron un desarrollo extraordinario en estos siglos. Un rico noble o burgués europeo podía ir durante algunos años de viaje alrededor del mundo, mostrando sus descubrimientos a sus coterráneos. Dos grandes ejemplos de estos naturalistas son el alemán Alexander von Humboldt, quien realizó investigaciones e ilustraciones en nuestro país, y el británico Charles Darwin.

Humboldt era miembro de una familia noble prusiana; al no ser el primogénito no era el encargado de administrar los títulos y propiedades familiares, pero sí tenía acceso a contactos, influencias y recursos económicos que le permitieron financiar sus expediciones en América y Asia. Al regresar, mostró a sus coterráneos un mundo desconocido, que fue un gran incentivo para adquirir mecenas. Sus libros con ilustraciones científicas fueron bestseller, incluso, entre personas analfabetas que los compraban para ver las ilustraciones.

Alexandr von Humboldt mostró la naturaleza de América y Asia a la comunidad científica internacional. (Foto: tomada de Pinterest.es)

Las ilustraciones de Darwin fueron algunas de las más influyentes de la historia de la ciencia. Durante sus viajes anotó e ilustró sus descubrimientos biológicos y geológicos, que serían pieza clave en el descubrimiento de la teoría de la evolución de las especies y posteriormente sobre el movimiento geológico.

El británico encontró e ilustró en sus diarios caracoles marinos a más de cuatro mil metros de altura en la cordillera de los Andes; este descubrimiento sería una prueba clave para demostrar el movimiento de las placas tectónicas. Lo que hoy era una cordillera, hace millones de años fue parte del lecho marino.

Aunque quizás las ilustraciones de Darwin más influyentes fueron las realizadas en las islas Galápagos. Los pinzones de las diversas islas presentaban características morfológicas diferentes, adaptadas a sus hábitos dietéticos, lo que ayudó al planteamiento de la teoría de la evolución de las especies y la selección natural.

Los pinzones dibujados por Charles Darwin sirvieron como prueba de la teoría de la evolución de las especies. (Foto: tTomada de agenciasinc.es)

¿Qué ha pasado en Cuba?

“Es curioso o casual que la primera publicación científica cubana sea un libro profusamente ilustrado sobre curiosidades, sobre todo zoológicas, especies del mar y algunos fósiles, que tenía el coleccionista español Antonio Parra, aquí en La Habana”, comentó a JT, Alejandro Jiménez.

“Aunque debo advertir que es un libro bastante ingenuo desde el punto de vista científico, — Parra no era un científico, aunque colaboraba con estos — , que debe más su valor, precisamente a las ilustraciones. Pero yo lo veo más como una guía de museo o lo que ahora sería un material promocional, que como una obra científica, aunque esto sea tema para discutir. De nuevo, la realidad es más rica que los esquemas maniqueístas que nos encontramos por ahí.

La historiadora González López contó que este libro fue ilustrado por el hijo de Antonio Parra, quien era nacido en Cuba y, por lo tanto, el primer cubano en dedicarse a esta actividad. Durante la colonia, las autoridades españolas favorecieron el trabajo de los peninsulares por encima de los criollos, brindándole mejores recursos financieros y logísticos. Esto provocó el desagrado de diversas figuras de la época, entre las que estaba José Antonio Saco, quien curiosamente realizó ilustración científica. Debido a esto, muchos de los ilustradores de este período fueron extranjeros.

Una de las primeras obras realizadas en la Isla, que muestra interés en relacionar la fauna existente en Cuba a la llegada de Colón, fue realizada por Carlos de la Torre y Huerta. De la Torre reconoce que, aunque a América quienes llegaron fueron hombres que buscaban nuevos recursos para potenciales mercados, son de reconocer los valores de gran observador de la naturaleza de Cristóbal Colón y de los primeros cronistas.

Durante los primeros años de la Colonia, en los que no hubo un interés real por la naturaleza cubana, se perdieron diversas especies animales y se dañaron los ecosistemas de la Isla. Ejemplo de esto es que a inicios del siglo XIX el Guacamayo Cubano era una especie común, y ya a finales de ese mismo siglo, el naturalista alemán Juan Gundlach, realizó la última taxidermia conocida de esta ave.

En esta pintura de inicios del siglo XIX se observa un ejemplar del Guacamayo cubano, que a fines de ese mismo siglo se extinguiría. (Foto: cortesía de Rosa María González López

Un caso paradigmático en la ilustración científica cubana es el de Felipe Poey. Una de las tantas labores naturalistas llevadas a cabo por Poey fue la del estudio taxonómico y la ilustración de varias especies de peces. En una ocasión expresó: “…es el año de 1820, desde cuya fecha corrieron demasiado breve para mí las horas consagradas al cultivo de la literatura, habiéndome dominado tiránicamente la historia natural con interminables dibujos de peces”.

A pesar de que diversos naturalistas cubanos se dedicaron al estudio de la fauna de la Isla, la botánica fue una rama desarrollada principalmente por extranjeros. Aún hoy, a pesar del gran número de botánicos prominentes nacido en Cuba, la ilustración científica sigue siendo una de las principales carencias de la disciplina.

Primer libro con ilustración científica publicado en Cuba. Foto brindada por Rosa María González López

Con el triunfo de la Revolución y la fundación de la Academia Cubana de Ciencias, las investigaciones y las ilustraciones científicas adquirieron un matiz más institucionalizado y formal. Una investigación ya no depende del mecenazgo de un inversor privado, sino del interés científico de una institución.

Durante los últimos años, la ilustración científica tradicional en Cuba ha visto un ocaso debido a diversos factores como la poca remuneración o la ausencia de una preparación académica específica.

Al respecto, Alejandro Jiménez opinó que “si pensamos en la ilustración como ese trabajo artesanal de la mano de un artista, no creo que se pueda hablar de un florecimiento, y los ilustradores para obras de Sistemática (ciencia que estudia la diversidad) no puede decirse que proliferen. Pero si pensamos en ella como un área dinámica vinculada a la visualización, científica o no, que integra disciplinas del diseño, la comunicación y las ciencias, creo que la ilustración, como tantas otras disciplinas beneficiadas por la llegada de la computadora, de la ciencia de datos, de la fotografía digital, no puede estar en un momento más apropiado para que prospere, aunque reconozco que no está suficientemente desarrollada, y eso se ve en nuestros libros de texto y en nuestras publicaciones comunes y corrientes. O más bien, no se ve”.

Fotografía y Tics: otras plataformas de la ilustración

Las primeras cámaras fotográficas y tecnologías de impresión no eran capaces de captar las imágenes de forma clara y rápida, además de ser aparatosas y difíciles de mover. Esta fue una de las razones por la que los ilustradores del siglo XIX fueron reacios a usar fotografías en sus trabajos. Hoy las cámaras son fáciles de manejar, más baratas e imprimen imágenes de mejor calidad; no obstante, la ilustración científica tradicional no parece que vaya a desaparecer por esas causas.

“Si aceptamos que la ilustración científica es un proceso subordinado a la comunicación de la ciencia, que esquematiza la realidad para explicarla mejor, habría que decir la ilustración no ha muerto precisamente porque la fotografía no la sustituye.

“Ahora bien, eso es como decir que los traductores profesionales no usan traducción de máquina, de ingeniería artificial. O las viejas historias de que, si la televisión iba a sustituir al cine, o el libro electrónico al libro de papel. En la realidad, un ilustrador hace uso de la fotografía o de la cámara oscura desde que supo que podía hacerlo. Lo que pasa es que la ilustración no es la realidad, como la fotografía o como el mapa no es el territorio. El fotógrafo se inventa una nueva realidad y el ilustrador tiene aún más oportunidad para hacerlo. Y así, girará la pata de la cucaracha en una posición imposible para mostrar su estructura, o representará una planta con flores y frutos, que no están ahí al mismo tiempo”, comentó Alejandro Jiménez Pérez.

Las infografías, el modelado digital, la fotografía e, incluso, el video, han venido a ser complementos contemporáneos de la ilustración científica. A lo largo de la historia, las nuevas tecnologías demuestran ser más una ayuda que un sustituto.

Como ya lo hicieron la imprenta o los grandes viajes en su momento, las nuevas tecnologías y la interdisciplinariedad fomentan el desarrollo de una disciplina destinada a perdurar.



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