Suena el teléfono y ella contesta “hello”, nos presentamos como un grupo de periodistas que desean contar su historia, y no necesitamos dar más explicaciones.
Así comenzó el acercamiento con una de las pacientes positivas a la COVID-19, ingresada en el Hospital Militar Octavio de la Concepción y la Pedraja.
La historia de Nairobi y su lucha por la vida, se me quedó grabada en el alma, desde los primeros segundos de conversación.
Ella nos cuenta que no tiene idea de cómo adquirió el nuevo coronavirus porque durante todo el recorrido tomó medidas de protección y siempre pensó que no le iba a suceder nada.
Al llegar a su casa, y ante la presencia de su padre y de su Hijo, accedió a que la chequearan para estar tranquila, y lamentablemente, la prueba regresó positiva.
Esta cubana viajó desde la ciudad norteamericana de Fort Lauderdale a La Habana el día 15 de marzo, y a pesar de su diagnóstico, con la respiración entrecortada, nos comentó que todos sus contactos resultaron negativos a la enfermedad, incluso su pequeño, quien tuvo ella un contacto mucho más estrecho.
Hasta el momento de la llegada del resultado no había presentado ningún síntoma más allá de un dolor de cabeza, y a partir de entonces, los profesionales de la salud dialogaron mucho con ella para evitar que se asuste o preocupe demasiado.
Sin dudar, Nairobi califica de excelente la atención médica recibida, reconoce que las medidas higiénicas, aunque estrictas, son excelentes para evitar cualquier contratiempo, y constantemente se esterilizan las sábanas, la ropa y los utensilios, y se queda sin palabras para alabar al equipo médico que los atiende, y asegura que solo con verlos, siente más fuerzas para confiar en que el desenlace será feliz.
Aunque refiere que casi siempre estuvo asintomática, uno de los peores momentos que recuerda es el terrible día en el que, juntos, se le dispararon todos los síntomas, al punto de tener casi que someterse a una intubación.
Y de la misma forma en que toda la pesadilla le sobrevino, al otro día parecía como si nada hubiera pasado.
Por esas razones, está ansiosa por salir de alta, junto a su niño, lo que depende solamente de su evolución y del retorno con el esperado negativo de su último análisis.
Nairobi divisa ya destellos de luces al final del oscuro túnel que transita, pues quizás, cuando este testimonio se publique, ya se encuentre de alta, su hijo de 8 años, quien también está ingresado por sospecha esté con ella y este episodio no sea más que un amargo recuerdo.
Muy emocionada, se sabe privilegiada de estar en Cuba, y reconoce, que, pese a todas las carencias económicas, se hace lo mejor con lo que se tiene.
En su pensamiento van todos aquellos que no lograron sobrevivir, lo que nos comenta con la voz rota y pide que transmitamos a todos aquellos que están sanos, la recomendación de cuidarse y cumplir con todas las medidas higiénicas.
De Nairobi sólo supimos el nombre, por alguna razón prefirió no dar detalles de apellido, dirección o edad, pero ello fue suficiente para marcar mi vida con su impresionante experiencia, que no olvidaré, aunque pases estos tiempos de la COVID-19. (Foto: radiocubana.cu)
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